quinta-feira, 23 de agosto de 2012

San Pio X : El nombre de Pío X se vincula generalmente y con toda razón, al movimiento que purgó a la Iglesia de ese "resumen de todas las herejías", al que alguno tuvo la ocurrencia de llamar "Modernismo". Un decreto del Santo Oficio fechado en 1907, condenó a ciertos escritores y ciertas ideas; muy pronto le siguió la carta encíclica "Pascendi dominici gregis", en la que se indicaban peligrosas tendencias de alcance imprevisible, se señalaban y condenaban las manifestaciones del modernismo en todos los campos.

Pope St. Pius X


Reseña: Nació en la aldea de Riese, situada en la región véneta, el año 1835. Primero ejerció santamente como presbítero, más tarde fue obispo de Mantua y luego patriarca de Venecia. El año 1903 fue elegido papa. Adoptó como lema de su pontificado: «Instaurare omnia in Christo», consigna por la que trabajó intensamente con sencillez de espíritu, pobreza y fortaleza, dando así un nuevo incremento a la vida de la Iglesia. Tuvo que luchar también contra los errores doctrinales que en ella se filtraban. Murió el día 20 de agosto del año 1914.

"Era uno de esos hombres elegidos, de los que hay pocos, con una personalidad irresistible. Todos tenían que sentirse conmovidos por su absoluta sencillez y su bondad angelical. Sin embargo, era algo más lo que le hacía entrar en todos los corazones; ese "algo" se puede definir mejor al observar que todo aquél que fue admitido a su presencia salió con la profunda convicción de haber estado frente a un santo. Y, entre más se sabe sobre él, mayor fuerza adquiere esta convicción".
-Baron von Pastor, historiador, sobre el Papa Pío X:

Nuestro Papa nació en 1835 con el nombre de Giuseppe (José) Sarto, hijo de un humilde cartero, en la ciudad de Riese, en el Veneto. Fue el segundo de diez hijos de la pobre familia. Asistió a la escuela elemental de Riese y, gracias a las instancias del cura párroco, pasó a la escuela superior de Castelfranco, a una distancia de ocho kilómetros, que el chico recorría a pié dos veces al día. Más tarde, en virtud de una beca que se obtuvo para él, pudo asistir al seminario de Padua. Por dispensa especial, se le ordenó sacerdote a la edad de veintitrés años y, desde aquel momento, se entregó completamente al ministerio pastoral; al cabo de dieciséis años, ascendió a canónigo en Treviso, donde prosiguió con mayor ahínco su dura y generosa tarea sacerdotal.

En 1884, fue consagrado obispo de Mántua, diócesis que se hallaba en bajas condiciones morales, debido a su clero negligente hasta el extremo de haber provocado un cisma en dos poblaciones. Fue tan limpio y brillante el triunfo que obtuvo el obispo en el desempeño de aquel cargo plagado de dificultades que, en 1892, el Papa León XIII consagró a Mons. Sarto como cardenal sacerdote de San Bernardo de los Baños y, casi inmediatamente, lo elevó a la sede metropolitana de Venecia, que comprende el título honorífico de patriarca. Ahí se transformó en un verdadero apóstol para toda la región del Veneto y puso de manifiesto el valor de su sencillez y su rectitud, en una sede que se ufanaba de su magnificencia y de su pompa.

A la muerte de León XIII, en 1903, era creencia general que habría de sucederle en la cátedra de San Pedro el cardenal Rampolla del Tíndaro; las tres primeras votaciones del cónclave indicaron que la opinión general estaba en lo cierto; pero entonces, el cardenal Puzyna, arzobispo de Cracovia, comunicó a la asamblea de electores que el emperador Francisco José de Austria imponía el veto formal contra la elección de Rampolla. El anuncio causó una profunda conmoción; los cardenales protestaron con energía por la intervención del emperador y las cosas llegaron al punto de efervescencia, cuando Rampolla, con mucha dignidad, retiró su candidatura. (Actualmente se afirma que Rampolla no habría sido elegido de ningún modo).

Al cabo de otras cuatro votaciones, resultó elegido el cardenal Giuseppe Sarto. Así llegó a la cátedra de Pedro un hombre de humilde cuna, sin relevantes dotes intelectuales, sin experiencia en las diplomacias eclesiásticas, pero con un corazón tan grande que no le cabía en el pecho, y tan bueno que parecía irradiar gracias: "un hombre de Dios que conocía los infortunios del mundo y las penurias de la existencia y, en la grandeza de su corazón, solo quería arreglarlo todo y consolar a todos".

Uno de los primeros actos del nuevo Papa fue el de recurrir a la constitución "Commissum nobis", a fin de terminar, de una vez por todas, con cualquier supuesto derecho de cualquier poder civil para interferir en una elección papal, por el veto u otro procedimiento. Más adelante, dio un paso cauteloso pero definitivo hacia la reconciliación entre la Iglesia y el Estado, en Italia, al levantar prácticamente el "Non Expedit". Su manera de hacer frente a la muy crítica situación que no tardó en presentarse en Francia fue directa y tan efectiva como cualquiera de los medios diplomáticos en uso. En 1905, luego de numerosos incidentes, el gobierno francés denunció el concordato de 1801, decretó la separación de la Iglesia y el Estado y emprendió una campaña agresiva contra la Iglesia. El gobierno propuso crear una organización para que se preocupara de las propiedades eclesiásticas, bajo el nombre de "associations cultuelles", a la que muchos de los prominentes personajes católicos de Francia deseaban someterse por vías de ensayo; pero, tras una serie de consultas con los obispos franceses, el Papa Pío X emitió un par de declaraciones enérgicas y dignas, por las que condenaba la ley de separación y calificaba la "asociación" de anticanónica. A los que se quejaban de que había sacrificado todas las posesiones de la Iglesia en Francia, les respondió: "Aquellos se preocupaban demasiado por los bienes materiales y muy poco por los espirituales". La separación ofreció la ventaja de que, a partir de entonces, la Santa Sede pudo nombrar directamente a los obispos franceses, sin la nominación previa de los poderes civiles.

El obispo de Nevers, Mons.Gauthey dijo del Papa: "Pío X, nos emancipó de la esclavitud al costo del sacrificio de nuestras propiedades. Que Dios le bendiga por siempre, por no haber titubeado en imponernos ese sacrificio". La severa actitud del Papa causó tantos trastornos y dificultades al gobierno francés que, veinte años más tarde, se avino a concertar un nuevo acuerdo, dentro de los cánones, para la administración de las propiedades de la Iglesia.
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhUDJ9IRFN7mJjVHnEQ2zrKZvLJCpOHdNpp14bW-k5nrqP6DdNxZB372U5kAOIDWjYe4bFzDxK3i0UcXN3_g9vMKYCxaB5ZkmxO04y5To6hCruZspZ5AtBRH24Mxo5OPu8UdfpYVWZ3jw0/s400/pius+x+++1.jpghttps://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgMdF1R6zItHoT-KxOx_YmKa-Aket-xWIMqdjqVXOzM9G6jbWiUq1SNb0SreXjvp3XkueGEj-56qCW6P9BH9IDFkvwSfCt5kQ8slaJmEW0eTDiFtFdDvGMk_7wuvoc4Ak8A22qTn6GIpA/s400/Pope+St.+Pius+X+(2).jpg
Contra el Modernismo

El nombre de Pío X se vincula generalmente y con toda razón, al movimiento que purgó a la Iglesia de ese "resumen de todas las herejías", al que alguno tuvo la ocurrencia de llamar "Modernismo". Un decreto del Santo Oficio fechado en 1907, condenó a ciertos escritores y ciertas ideas; muy pronto le siguió la carta encíclica "Pascendi dominici gregis", en la que se indicaban peligrosas tendencias de alcance imprevisible, se señalaban y condenaban las manifestaciones del modernismo en todos los campos. Pero también se adoptaron medidas enérgicas y, a pesar de que hubo furiosas oposiciones, el modernismo en la Iglesia fue desenmascarado. Ya había conquistado bastante terreno entre los católicos y, sin embargo, no fueron pocos quienes opinaron que la condena del Papa había sido excesiva y obscurantista.

Cinco años después, en 1910, la encíclica del Papa sobre San Carlos Borromeo fue mal interpretada y se ofendieron los protestantes en Alemania. Pío X publicó la explicación oficial del párrafo mal interpretado en el Osservatore Romano y ahí mismo recomendó a los obispos alemanes que no hiciesen más comentarios ni publicidad en torno a la encíclica, en el púlpito o en la prensa.



https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi0G7gravnHdXT5Rr586KIVwpmpsK-dIEIRDokHKT-mo1QPnAzCN1s8n-ujQBOINfsi5WKbK8pZvNcNNNcAb4qn9telvvOR3ML9PGLa1oWazt2NwAU7kwlhMQyXk6Ab-pwFTm6sunCG4bI/s1600/pope-saint-pius-x-07.jpg
Renovarlo todo en Cristo: Eucaristía y Palabra

En su primera encíclica Pío X anunciaba que su meta primordial era la de "renovarlo todo en Cristo" y, sin duda que con ese propósito en mente, redactó y aprobó sus decretos sobre el sacramento de la Eucaristía. Por ellos, recomendaba y encomiaba la comunión diaria, si fuese posible; que los niños se acercaran a recibirla al llegar a la edad de la razón, y que se facilitara el suministro de la comunión a los enfermos. (En la Edad Media y, posteriormente en la época del jansenismo, los fieles católicos comulgaban rarísima vez. La comunión diaria o muy frecuente se consideraba como algo extraordinario y aun indebido.)

También el Papa se preocupó por la Palabra, puesto que instaba a la diaria lectura de la Biblia, aunque en este caso las recomendaciones del Papa no fueron tan ampliamente aceptadas. Desde 1903, y con el objeto de aumentar el fervor en el culto divino, emitió motu proprio una serie de instrucciones sobre la música sacra, destinadas a terminar con los abusos al respecto y a restablecer el uso del canto llano en la Iglesia. Dio alientos a los trabajos de la comisión para la codificación de las leyes canónicas y fue él quien llevó a cabo la completa reorganización de los tribunales, oficinas y congregaciones de la Santa Sede. También estableció Pío X una comisión correctora y revisora del texto Vulgata de la Biblia (este trabajo les fue encomendado a los monjes benedictinos) y, en 1909, fundó el Instituto Bíblico para el estudio de las Escrituras y lo dejó a cargo de la Compañía de Jesús.
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCkZVAfu88sX3vHkg1fttPf0htPokXODcuY13NmdRllMBoeCcrjdEmZprhDP6j3vHX8_gFz-XCdbi3w34b0urp_1VU_nE1lXWZ2Ce8EhqnJZx5F9hSe5Xeg4uX3t6Q7VddrUZBcNN81w/s1600/S%C3%A3o+Pio+X.jpghttp://www.floscarmeli.org/Immagini_Liturgia/S_Pio_X.jpg
A favor de los Pobres

Siempre consagró sus preocupaciones y actividades a los débiles y los oprimidos. Con inusitada energía, denunció los malos tratos a que eran sometidos los indígenas en las plantaciones de caucho del Perú. Creó y organizó una comisión de ayuda a los damnificados, tras el desastroso terremoto de Messina y, por cuenta propia, acogió a numerosos refugiados en el hospicio de Santa Marta, junto a San Pedro. Sus caridades, en todas las partes del mundo donde se necesitaban socorros, eran tan abundantes y frecuentes, que las gentes de Roma y de toda Italia se preguntaban de dónde saldría tanto dinero. La sencillez de sus hábitos personales y la santidad de su carácter se ponían de manifiesto en su costumbre de visitar cada domingo, alguno de los patios, rinconadas o plazuelas del Vaticano, para predicar, explicar y comentar el Evangelio de aquel día, a todo el que acudiera a escucharle. Era evidente que Pío X se sentía desconcertado y tal vez un poco escandalizado, ante la pompa y la magnificencia del ceremonial en la corte pontificia. Cuando era patriarca de Venecia, prescindió de una buena parte de la servidumbre y no toleró que nadie, fuera de sus hermanas, le preparase la comida; como Pontífice, eliminó la costumbre de conferir títulos de nobleza a sus familiares. "Por disposición de Dios, solía decir, mis hermanas son hermanas del Papa. Eso debe bastarles". En una ocasión, antes de cierta ceremonia, exclamó ante un viejo amigo suyo: "¡Mira cómo me han vestido!" y se echó a llorar. A otro de sus amigos, le confesó: "No cabe duda de que es una penitencia verse obligado a aceptar todas estas prácticas. ¡Me condujeron entre soldados, como a Jesús cuando le apresaron en Getsemaní!".

Estas anécdotas describen la grandeza de corazón y la sencillez de la bondad de Pío X. A un joven inglés, protestante convertido al catolicismo y que deseaba ser monje, pero sentía el escrúpulo de haber estudiado muy poco, le dijo el Papa: "Para alabar a Dios bien, no se necesita ser sabio". Un escritor de Mántua publicó un libro de carácter sensacionalista en el que lanzaba infames acusaciones contra Pío X; éste no quiso emprender ninguna acción legal, pero, en cuanto supo que el calumniador se hallaba en bancarrota, el Papa le envió ayuda: "Un hombre tan desdichado, comentó, necesita oraciones más que castigos".

Aún durante su vida, Dios utilizó al Papa Pío X como instrumento de sus milagros y, hasta en esos casos sobrenaturales, se puso de manifiesto su perfecta modestia y sencillez. Durante una audiencia pública, uno de los asistentes mostró su brazo paralizado al tiempo que decía: "¡Cúrame, Santo Padre!" El Papa se acercó sonriente, tocó el brazo tumefacto y dijo amablemente: "Si, sí". Y, el hombre quedó curado. En otra audiencia privada, una niña de once años que estaba paralítica, pidió lo mismo. "¡Quiera Dios concederte lo que deseas!", dijo el Pontífice. La niña se levantó y anduvo por sí misma. Una monja que sufría de una tuberculosis muy avanzada, le pidió la salud. "Sí", fue todo lo que repuso Pío X, mientras ponía las manos sobre la cabeza de la religiosa. Aquella tarde, el médico declaró que estaba completamente sana.

Primera Guerra Mundial

El 24 de junio de 1914, la Santa Sede firmó un concordato con Servia; cuatro días más tarde, el archiduque Francisco de Austria y su esposa fueron asesinados en Sarajevo; a la medianoche del 4 de agosto, Alemania, Francia, Austria, Rusia, Gran Bretaña, Servia y Bélgica estaban en guerra. Era el undécimo aniversario de la elección del Papa. Pío X no solo había vaticinado aquella guerra europea, como otros muchos, sino que profetizó que estallaría definitivamente para el verano de 1914. Aquel conflicto fue para el Papa un golpe fatal. "Esta será la última aflicción que me mande el Señor. Con gusto daría mi vida para salvar a mis pobres hijos de esta terrible calamidad". Pocos días más tarde sufrió una bronquitis; al día siguiente, 20 de agosto, murió. Fue, en verdad, víctima de la Guerra.

"Nací pobre, he vivido en la pobreza y quiero morir pobre", dijo en su testamento. Demostró la verdad de aquellas palabras: su pobreza era tanta que hasta la prensa anticlerical quedó admirada.

Después del funeral en la basílica de San Pedro, Mons. Cascioli, escribió lo siguiente: "No tengo la menor duda de que este rincón de la cripta se convertirá, muy pronto, en un santuario, un centro de peregrinación . . . Dios glorificará ante el mundo a este Papa cuya triple corona fue la pobreza, la humildad y la bondad". Y así fue por cierto. El Pontificado de Pío X no fue tranquilo y el Papa mostró resolución en su política. Hubo muchos que le criticaron, lo mismo dentro que fuera de la Iglesia. Pero, al morir, todas las voces fueron una; desde todas partes, desde todas las clases surgió un llamado para que se reconociera la santidad de Pío X, el que fuera Giuseppe Sarto, hijo del cartero.

En 1923, los cardenales de la curia decretaron que se había abierto su causa, firmada por veintiocho prelados. En 1954, el Papa Pío XII canonizó solemnemente a su predecesor ante una enorme multitud que llenaba la Plaza de San Pedro, en Roma. Aquel fue el primer Papa al que se canonizaba desde Pío V, en 1672.

 

quarta-feira, 22 de agosto de 2012

S.PIO X: A missão, que nos foi divinamente confiada, de apascentar o rebanho do Senhor, entre os principais deveres impostos por Cristo, conta o de guardar com todo o desvelo o depósito da fé transmitida aos Santos, repudiando as profanas novidades de palavras e as oposições de uma ciência enganadora.

S.PIO X: A missão, que nos foi divinamente confiada, de apascentar o rebanho do Senhor, entre os principais deveres impostos por Cristo, conta o de guardar com todo o desvelo o depósito da fé transmitida aos Santos, repudiando as profanas novidades de palavras e as oposições de uma ciência enganadora. Contudo, há mister confessar que nestes últimos tempos cresceu sobremaneira o número dos inimigos da Cruz de Cristo, os quais, com artifícios de todo ardilosos, se esforçam por baldar a virtude vivificante da Igreja e solapar pelos alicerces, se dado lhes fosse, o mesmo reino de Jesus Cristo. Por isto já não Nos é lícito calar para não parecer faltarmos ao Nosso santíssimo dever, e para que se Nos não acuse de descuido de nossa obrigação, a benignidade de que, na esperança de melhores disposições, até agora usamos.E o que exige que sem demora falemos, é antes de tudo que os fautores do erro já não devem ser procurados entre inimigos declarados; mas, o que é muito para sentir e recear, se ocultam no próprio seio da Igreja, tornando-se destarte tanto mais nocivos quanto menos percebidos.Aludimos, a muitos membros do laicato católico e também, coisa ainda mais para lastimar, a não poucos do clero que, fingindo amor à Igreja e sem nenhum sólido conhecimento de filosofia e teologia, mas, embebidos antes das teorias envenenadas dos inimigos da Igreja ...Estes, em verdade, como dissemos, não já fora, mas dentro da Igreja, tramam seus perniciosos conselhos; e por isto, é por assim dizer nas próprias veias e entranhas dela que se acha o perigo, tanto mais ruinoso quanto mais intimamente eles a conhecem. Além de que, não sobre as ramagens e os brotos, mas sobre as mesmas raízes que são a Fé e suas fibras mais vitais, é que meneiam eles o machado.
Photobucket
Photobucket

Photobucket



CARTA ENCÍCLICA
DO SUMO PONTÍFICE
PIO X
PASCENDI DOMINICI GREGISSOBRE
AS DOUTRINAS MODERNISTAS



INTRODUÇÃO
A missão, que nos foi divinamente confiada, de apascentar o rebanho do Senhor, entre os principais deveres impostos por Cristo, conta o de guardar com todo o desvelo o depósito da fé transmitida aos Santos, repudiando as profanas novidades de palavras e as oposições de uma ciência enganadora. E, na verdade, esta providência do Supremo Pastor foi em todo o tempo necessária à Igreja Católica; porquanto, devido ao inimigo do gênero humano nunca faltaram homens de perverso dizer (At 20,30), vaníloquos e sedutores (Tit 1,10), que caídos eles em erro arrastam os mais ao erro (2 Tim 3,13). Contudo, há mister confessar que nestes últimos tempos cresceu sobremaneira o número dos inimigos da Cruz de Cristo, os quais, com artifícios de todo ardilosos, se esforçam por baldar a virtude vivificante da Igreja e solapar pelos alicerces, se dado lhes fosse, o mesmo reino de Jesus Cristo. Por isto já não Nos é lícito calar para não parecer faltarmos ao Nosso santíssimo dever, e para que se Nos não acuse de descuido de nossa obrigação, a benignidade de que, na esperança de melhores disposições, até agora usamos.
E o que exige que sem demora falemos, é antes de tudo que os fautores do êrro já não devem ser procurados entre inimigos declarados; mas, o que é muito para sentir e recear, se ocultam no próprio seio da Igreja, tornando-se destarte tanto mais nocivos quanto menos percebidos.
Aludimos, Veneráveis Irmãos, a muitos membros do laicato católico e também, coisa ainda mais para lastimar, a não poucos do clero que, fingindo amor à Igreja e sem nenhum sólido conhecimento de filosofia e teologia, mas, embebidos antes das teorias envenenadas dos inimigos da Igreja, blasonam, postergando todo o comedimento, de reformadores da mesma Igreja; e cerrando ousadamente fileiras se atiram sobre tudo o que há de mais santo na obra de Cristo, sem pouparem sequer a mesma pessoa do divino Redentor que, com audácia sacrílega, rebaixam à craveira de um puro e simples homem.
Pasmem, embora homens de tal casta, que Nós os ponhamos no número dos inimigos da Igreja; não poderá porém, pasmar com razão quem quer que, postas de lado as intenções de que só Deus é juiz, se aplique a examinar as doutrinas e o modo de falar e de agir de que lançam eles mão. Não se afastará, portanto, da verdade quem os tiver como os mais perigosos inimigos da Igreja. Estes, em verdade, como dissemos, não já fora, mas dentro da Igreja, tramam seus perniciosos conselhos; e por isto, é por assim dizer nas próprias veias e entranhas dela que se acha o perigo, tanto mais ruinoso quanto mais intimamente eles a conhecem. Além de que, não sobre as ramagens e os brotos, mas sobre as mesmas raízes que são a Fé e suas fibras mais vitais, é que meneiam eles o machado.
Batida pois esta raiz da imortalidade, continuam a derramar o vírus por toda a árvore, de sorte que coisa alguma poupam da verdade católica, nenhuma verdade há que não intentem contaminar. E ainda vão mais longe; pois pondo em obra o sem número de seus maléficos ardis, não há quem os vença em manhas e astúcias: porquanto, fazem promiscuamente o papel ora de racionalistas, ora de católicos, e isto com tal dissimulação que arrastam sem dificuldade ao erro qualquer incauto; e sendo ousados como os que mais o são, não há conseqüências de que se amedrontem e que não aceitem com obstinação e sem escrúpulos. Acrescente-se-lhes ainda, coisa aptíssima para enganar o ânimo alheio, uma operosidade incansável, uma assídua e vigorosa aplicação a todo o ramo de estudos e, o mais das vezes, a fama de uma vida austera. Finalmente, e é isto o que faz desvanecer toda esperança de cura, pelas suas mesmas doutrinas são formadas numa escola de desprezo a toda autoridade e a todo freio; e, confiados em uma consciência falsa, persuadem-se de que é amor de verdade o que não passa de soberba e obstinação. Na verdade, por algum tempo esperamos reconduzi-los a melhores sentimentos e, para êste fim, a princípio os tratamos com brandura, em seguida com severidade e, finalmente, bem a contragosto, servimo-nos de penas públicas.
Mas vós bem sabeis, Veneráveis Irmãos, como tudo foi debalde; pareceram por momento curvar a fronte, para depois reerguê-la com maior altivez. Poderíamos talvez ainda deixar isto desapercebido se tratasse somente deles; trata-se porém das garantias do nome católico.
Há, pois, mister quebrar o silêncio, que ora seria culpável, para tornar bem conhecidas à Igreja esses homens tão mal disfarçados.
E visto que os modernistas (tal é o nome com que vulgarmente e com razão são chamados) com astuciosíssimo engano costumam apresentar suas doutrinas não coordenadas e juntas como um todo, mas dispersas e como separadas umas das outras, afim de serem tidos por duvidosos e incertos, ao passo que de fato estão firmes e constantes, convém, Veneráveis Irmãos, primeiro exibirmos aqui as mesmas doutrinas em um só quadro, e mostrar-lhes o nexo com que formam entre si um só corpo, para depois indagarmos as causas dos erros e prescrevermos os remédios para debelar-lhes os efeitos perniciosos.
FONTE

100 anni fa veniva promulgato il decreto "Quam singulari" con il quale Sua Santità il Papa san Pio X abbassava a sette anni l’età per poter ricevere l’Eucaristia.




100 anni del decreto "Quam singulari"

100 anni fa veniva promulgato il decreto "Quam singulari" con il quale Sua Santità il Papa san Pio X abbassava a sette anni l’età per poter ricevere l’Eucaristia. Il cardinale Antonio Cañizares Llovera, Prefetto del Culto, ha voluto ricordare il centenario del decreto di Papa Sarto scrivendo tra l’altro: “Il centenario del decreto Quam singulari è un’occasione provvidenziale per ricordare e insistere di prendere la prima comunione quando i bambini abbiano l’età dell’uso della ragione, che oggi sembra addirittura essersi anticipata. Non è dunque raccomandabile la prassi che si sta introducendo sempre più di elevare l’età della prima comunione. Al contrario, è ancora più necessario anticiparla. Di fronte a quanto sta accadendo con i bambini e all’ambiente così avverso in cui crescono, non priviamoli del dono di Dio: può essere, è la garanzia della loro crescita come figli di Dio, generati dai sacramenti dell’iniziazione cristiana in seno alla santa madre Chiesa. La grazia del dono di Dio è più potente delle nostre opere, e dei nostri piani e programmi”.

I bambini e l’Eucaristia

Lasciate che i bambini vengano a me e non glielo impedite
perché a chi è come loro appartiene il regno di Dio” (Mc 10, 14)

I bambini sono il cuore del cuore di Dio, “i loro angeli nel cielo contemplano sempre il volto del Padre che è nei cieli” (Mt 18,10).

Il “volto del Padre” in loro viene distrutto dal peccato, per questo sono tremende le parole che Gesù rivolge a chi porta i bambini al male: “è meglio per lui che gli sia appesa al collo una grossa pietra e sia gettato in mare, piuttosto che scandalizzare uno di questi piccoli” (Lc 17,2).

La raccomandazione che Gesù fa a Pietro è di pascere, prima che le sue pecore, i suoi agnelli (“Pasci i miei agnelli” Gv 21,15); cioè i bambini. Nel sommo Pastore l'invito è rivolto a tutta la Chiesa: vescovi, sacerdoti, genitori ed educatori che in essa hanno il dovere di guidare il gregge di Dio. Questo legifera il can. 914 del CDC.

L'alimento primario di cui i bambini devono essere nutriti è l’Eucaristia, indispensabile perché la vita della Grazia, donata nel Battesimo, possa crescere e fortificarsi: “In verità, in verità vi dico: se non mangiate la carne del Figlio dell’uomo e non bevete il suo sangue, non avete la vita in voi. Chi si ciba della mia carne e beve il mio sangue rimane in me ed io in lui” (Gv 6,53, 56).

La Chiesa primitiva comprese bene il senso di questo mandato e - come si continua a fare nella Chiesa Ortodossa - dava l’Eucaristia ai bambini dopo il Battesimo. Per varie cause, tra cui l’influenza di alcune eresie, l’età della Comunione eucaristica fu posta tra i 12 e i 14 anni, fino a quando, il 10 di agosto 1910, San Pio X firmò il Decreto “Quam Singulari” con il quale stabilì che i bimbi fossero ammessi alla Comunione al primo uso di ragione.

Nel 1910 il Cardinal Gennari, membro della Sacra Congregazione dei Sacramenti, scrisse nel suo “Breve Commentario” al Decreto di San Pio X: “Oggi l’uso della ragione nei bambini inizia molto presto e tutti lo riconoscono: bimbi di tre, quattro, massimo cinque anni sono già in grado di giudicare e possono distinguere molto bene il pane normale dal Pane Eucaristico”.

Quali furono le motivazioni di tale Decreto?

Troviamo la risposta nella “Positio super Introductione causae” di San Pio X dalla quale stralciamo alcune dichiarazioni dei testimoni che sono illuminanti per intendere il pensiero del santo Papa lungo le varie tappe del suo cammino sacerdotale:

1 - da Sacerdote:

“Mi disse che aveva sempre avuto in animo di far accostare i fanciulli presto alla Prima Comunione. E soggiungeva: - Prima che entri il diavolo, entri Nostro Signore...” (Maria Sarto, sorella del Servo di Dio, teste n. 1).

2 - da Vescovo:

“Il Vescovo di Mantova diceva: - Quando il Signore ha preso possesso di quei teneri cuori, il demonio non potrà più averne possanza” (Suor Modesta dell’Immacolata, teste n. 127).

3 - da Cardinale Patriarca

“Riguardo alla prima Comunione dei fanciulli, già Patriarca, pur senza dare disposizioni ufficiali, esortò i Parroci ad esaminare i piccoli e, trovandoli sufficientemente coscienti, ammetterli senz’altro al Sacramento, non preoccupandosi eccessivamente dell’età” (Agostino Vian, teste).

“Ricordo che il Servo di Dio ebbe a rispondermi: - E’ meglio che i fanciulli ricevano Gesù quando hanno ancora il cuore puro” (D. Alberto Silli, teste n. 12).

4 - da Sommo Pontefice

“Eletto al Sommo Pontificato volle che fosse affrettata ai bambini la Prima Comunione perché, come diceva sovente, entrasse Gesù prima di satana nei loro giovani cuori, e chiaramente disse un giorno a D. Alberto Silli: “E’ meglio che i fanciulli ricevano Gesù quando hanno ancora il cuore puro”. Per questo il 10 agosto 1910 emanò il Decreto “Quam Singulari” con il quale, rimossi gli ostacoli di antiche consuetudini e ripristinata la sana disciplina degli antichi, ordinò che i bambini fossero ammessi alla Prima Comunione al settimo anno di età” (D. Alberto Silli, teste n. 12).

“Molto spesso il Servo di Dio mi parlava della necessità di far fare la Prima Comunione ai bambini ben presto, affinché il Signore prendesse possesso delle loro anime prima che vi entrasse il peccato”. (Card. Raffaele Merry del Val, teste).

Da quanto sopra emergono evidenti due considerazioni:

- scopo della Comunione in tenera età, centro della sua cura pastorale da sacerdote, da vescovo e da pontefice, fu di “far entrare Gesù nel cuore dei bambini prima che vi entri satana”. E’ da notare che S. Pio X da sacerdote faceva la Prima Comunione ai bambini di 8-9 anni; da Papa decretò che la si facesse ufficialmente a quelli di sette anni, ma in più di un caso diede Gesù a bambini di 4 anni, come d’altronde era previsto in quel “anche al di sotto” del Decreto.

- S. Pio X era convinto che il rinnovamento dello spirito cristiano della nuova generazione si dovesse attribuire in gran parte alla Comunione data in tenera età.

La prima Comunione oggi

Oggi, a quasi cento anni dall’emissione del Decreto “Quam Singulari”, i mass-media, in specie la televisione, le avanzate tecniche di insegnamento, i videogame hanno accelerato di molto lo sviluppo dell’uso della ragione dei piccoli; al tempo stesso questi vengono devastati, come mai nel passato, da inquinanti messaggi di morte spirituale: in tutto il mondo infatti si verifica il dilagare della delinquenza dei minori la cui età media si aggira sui dieci anni.

Solo la Chiesa può prevenire e arginare questo spaventoso attacco all'innocenza dei piccoli permettendo a Gesù Eucaristia di entrare in loro al primo uso di ragione, con la divina potenza della sua Grazia.

«E' da rifuggire come la peste l'opinione di chi desidera rimandare la prima santa Comunione ad un'età troppo avanzata, quando il diavolo ha già per lo più preso possesso del cuore giovanile, con danno incalcolabile per la sua innocenza. Non appena il fanciullo sa distinguere pane e Pane, si prescinda dalla sua età; venga il Re celeste per regnare in questo cuore benedetto» (San Giovanni Bosco)

Quel che il bambino deve sapere per accostarsi alla S. Comunione


San Pio X dava la prima Comunione a bambini anche di quattro anni, richiedendo come unica conoscenza la consapevolezza della differenza tra Pane eucaristico e pane comune e questo criterio ha riportato nel Decreto “Quam singulari”:

“(...) L’età della discrezione per la Comunione è quella in cui il fanciullo sa distinguere il Pane eucaristico dal pane comune e materiale, da potere divotamente accostarsi all’altare. Non si ricerca dunque una perfetta conoscenza in materia di fede, essendo sufficienti pochi elementi, cioè una qualche cognizione; né è necessario il pieno uso della ragione, bastando un uso incipiente, cioè un cotal quale uso della ragione. Laonde protrarre in lungo la Comunione e fissar per essa un’età più matura, è uso del tutto riprovevole e condannato più volte dalla Sede Apostolica.”

Condizione assolutamente necessaria è quindi che il bambino sappia distinguere il Pane eucaristico dal pane comune.

E' bene però che il bambino "comprenda, per quanto lo consentano le forze della sua intelligenza, i misteri della Fede necessari di necessità di mezzo”(ibid.)

Quali sono questi "misteri della Fede necessari"? Lo chiarisce il Cardinal Gennari, membro della Sacra Congregazione dei Sacramenti, nel suo preciso Commento al Decreto:

“Ecco adunque in che consiste la istruzione necessaria alla prima Comunione. Sapere il fanciullo, come meglio può, i misteri principali della fede, e poter distinguere il Pane eucaristico dal pane comune.

I misteri precipui della fede, tutti lo sanno, sono i misteri dell’unità e trinità di Dio, e della incarnazione, della passione e morte di Nostro Signore Gesù Cristo; ai quali vuolsi aggiungere anche quello che

Dio, come giusto giudice, premia eternamente i buoni col paradiso e punisce eternamente i reprobi con l’inferno.
Or questi misteri il bimbo deve conoscerli come meglio può. Quindi non perfettamente, alla maniera dei teologi, ma che ne sappia afferrare la sostanza.” (Card. Casimiro Gennai, Commento al Decreto Quam singulari)
E' chiaro che il bambino "dovrà in seguito venire imparando il catechismo intero, in modo proporzionato alle forze della sua intelligenza” (Decreto Quam singulari)

Suggerimenti pratici

E' opportuno e conforme al reale significato del Sacramento che esso sia celebrato nell'intimità e nella quiete, in un clima di preghiera e di unione con Gesù; a tal fine è raccomandabile che la cerimonia avvenga in forma privata, senza la partecipazione di tanti invitati, affinché sia sottolineato che Uno solo è l'Ospite; senza regali (all'infuori di pochi oggetti di valore sacro), cosicché risulti chiaro al bambino che Uno solo è il Dono.

Una cerimonia solenne e con la tradizionale partecipazione di ospiti e parenti potrà essere celebrata successivamente, tenendo però sempre presente che la Comunione è soprattutto una festa dello spirito. Come tale deve essere vissuta nella interiorità e non profanata da pranzi grandiosi, da cerimonie troppo lussuose e da doni materiali o in denaro che offuschino la freschezza tutta spirituale del Sacramento. Sarebbe doveroso preparare i piccoli con almeno un giorno di ritiro, nel silenzio e nella quiete, senza televisione.

S.Pio X esortava i responsabili a provvedere che i bambini - dopo il primo incontro con Gesù Eucaristico - frequentassero con assiduità i Sacramenti della Confessione e della Comunione possibilmente quotidiana e che progredissero nella graduale istruzione catechistica.

dal sito: http://www.armatabianca.org/comunione.php?sottomenu=3

anche l'Osservatore romano celebra la ricorrenza

Cento anni fa il decreto "Quam singulari" sintetizzava il disegno riformatore di Papa Sarto


La rivoluzione eucaristica di Pio X
di Gianpaolo Romanato




Non si comprende il pontificato di Pio X (1903-1914) se non si tiene presente che al centro del suo universo mentale c'era il problema dell'atto di fede. Se la Chiesa è lo strumento della salvezza, l'istituzione ecclesiastica deve servire a conservare e a rinforzare la fede dei cristiani, a salvaguardarne i contenuti, a chiarirne il significato, a tutelarne l'integrità, a garantire la vita sacramentale e di grazia. Durante tutta la sua vita sacerdotale, infatti, trascorsa tra canoniche di paese e curie di provincia, Giuseppe Sarto aveva considerato l'insegnamento del catechismo come il primo e il principale dei suoi doveri. Essendo stato eletto Papa, era naturale che imponesse questa priorità a tutta la Chiesa.

Nascono di qui prima l'enciclica Acerbo nimis (15 aprile 1905), volta a illustrare la fondamentale importanza dell'istruzione religiosa, poi il celebre catechismo, che da lui prese il nome, e quindi il decreto Quam singulari (8 agosto 1910), di cui ricordiamo oggi il centenario della promulgazione, che anticipava verso i sette anni di età la prima comunione dei fanciulli.
Pur condizionata dal contesto teologico del tempo, l'enciclica andava diritta al suo scopo. "La dottrina di Cristo - scrive il Papa - ci disvela Iddio e le infinite perfezioni di Lui con assai maggiore chiarezza che non lo manifesti il lume naturale dell'umano intelletto. Quella stessa dottrina ci impone di onorare Dio con la fede, che è l'ossequio della mente; con la speranza, che l'ossequio della volontà; con la carità, che è l'ossequio del cuore; e per tal guisa lega tutto l'uomo e lo soggetta al suo supremo Fattore e Moderatore".

In poche righe e con poche parole, come nello stile di Giuseppe Sarto, è detto perché l'istruzione religiosa debba essere il centro del centro delle preoccupazioni della Chiesa. E l'enciclica prescriveva infatti norme precise e tassative affinché in ogni parrocchia si desse spazio all'istruzione catechistica, in ogni diocesi si istituissero specifiche scuole di religione. Anche la predicazione dei sacerdoti doveva fondarsi non su "fioriti sermoni", come suggerivano i canoni dell'oratoria sacra del tempo, ma su una solida e sicura esposizione delle verità di fede. Ciò che oggi indichiamo con la parola "evangelizzazione", Pio X definiva più semplicemente e didatticamente "istruzione" sulle "cose divine", prescrivendola ai sacerdoti come loro compito precipuo: "Pel presente scopo meglio è soffermarci su un punto solo, e su di esso insistere, non esservi cioè per chiunque sia sacerdote né dovere più grave né più stretto obbligo di questo. E per fermo chi è il quale neghi che al sacerdote alla santità della vita debba andare congiunta la scienza? Le labbra del sacerdote custodiranno la scienza. E la Chiesa infatti severissimamente la richiede in coloro i quali devono essere assunti al ministero sacerdotale".
La compilazione del catechismo fu perciò quasi il coronamento della missione di governo di Pio X. Nel suo studio Il catechismo di Pio X (Roma, Las, 1988), Luciano Nordera ha documentato con quanto impegno Giuseppe Sarto avesse lavorato, fin dagli anni dell'episcopato a Mantova (1885-1894), perché si giungesse a un catechismo unico, se non universale, almeno italiano. Era stato uno dei primi vescovi ad accorgersi dell'imponenza del fenomeno dell'emigrazione, sia interna sia estera, un fenomeno che divenne drammatico proprio negli anni tra la fine dell'Ottocento e la prima guerra mondiale. Ne aveva percepito tutte le dirompenti conseguenze sociali e culturali, ma anche quelle inerenti la fede. Da uomo attento ai problemi del proprio tempo, s'era accorto che la crescente mobilità umana, sottraendo la gente all'ambiente tradizionale, alle abitudini di sempre, incideva negativamente sulle credenze religiose, sulla fede, esponendola al rischio di diventare insignificante se non sostenuta da un'adeguata istruzione.
Anche in riferimento a tale problema, perciò, auspicò che si giungesse a predisporre un testo catechistico unificato, cioè una specie di prontuario della fede cui il cristiano potesse far riferimento indipendentemente dal luogo, dall'ambiente e dalle circostanze di vita. In tale auspicio c'era la profonda consapevolezza che una religione complessa come il cattolicesimo doveva porsi in via assolutamente prioritaria l'esigenza di definire con la maggior precisione e chiarezza possibili l'oggetto della propria credenza. Una Chiesa sempre più sola e indifesa non poteva permettersi il lusso di lasciare a se stessa la fede dei battezzati proprio nel momento in cui molti di questi non potevano più contare sul sostegno del tradizionale ambiente di vita.

Ecco allora che con il testo da lui approntato per la diocesi di Roma, le cui periferie erano già allora in drammatiche condizioni di abbandono non solo civile ma anche religioso, "egli si proponeva di dare in mano ai sacerdoti un volume chiaro e completo in cui la precisione delle definizioni dogmatiche non permettesse interpretazioni personali o omissioni". Rispetto al catechismo che Sarto stesso aveva concepito e trascritto diligentemente in un quadernetto autografo quand'era stato parroco a Salzano (1867-1875), un paese di campagna posto nella provincia di Venezia e nella diocesi di Treviso, si nota che la vivacità delle espressioni, l'immediatezza didattica dello schema a domande e risposte, sono state talvolta sacrificate alla necessità della precisione dottrinale.


Ma i limiti che subito vi furono ravvisati (intellettualismo, debolezza di riferimenti biblici, prevalenza delle intenzioni precettistiche) non impedirono a quel catechismo di diventare un punto fermo per diverse generazioni di cristiani. Accanto ai limiti, presentava, infatti, pregi non meno evidenti: precisione concettuale, chiarezza di dottrina, facilità didattica tanto per il sacerdote che doveva usarlo quanto per il fedele che ne doveva fruire. Questo spiega perché, pur essendo stato prescritto come obbligatorio solo nella diocesi di Roma (a partire dal 1905), abbia finito per imporsi non solo in Italia, ma in tutta la Chiesa. D'altronde, lo stesso Pio X era perfettamente consapevole che si trattava di un'opera in fieri, tutt'altro che compiuta e sempre perfettibile. La prima formulazione subì, infatti, ritocchi e adattamenti vivente ancora il Papa. Probabilmente sarebbe stato il primo a stupirsi della sua durata nel tempo. A suo merito, possiamo aggiungere che il faticoso lavoro di redazione dei nuovi catechismi compiuto dopo il Vaticano ii da intere équipes di specialisti, ha dimostrato quanto sia difficile trasmettere all'uomo moderno il contenuto di fede.
L'intento del Papa di proporre alla Chiesa una vita di fede più solida si accompagnava all'idea che la fede dovesse essere espressa attraverso una pratica liturgica più sobria, meno formale ed esteriore. La riforma della musica sacra e il ripristino del canto gregoriano andavano appunto in questa direzione. Questo complessivo disegno riformatore tanto della lex credendi quando della lex orandi trovarono una specie di sintesi nella sua rivoluzionaria decisione di riavvicinare le anime all'Eucaristia - intesa come il fulcro della vita di fede - incoraggiando e quasi imponendo la pratica della comunione frequente.
Va ricordato che una radicata mentalità di origine giansenistica aveva dissuaso i cristiani dalla pratica eucaristica assidua, quasi che questa fosse il coronamento del cammino verso la perfezione cristiana, piuttosto che la via per raggiungerla, "un premio e non un farmaco all'umana fralezza" scriverà il Papa. Con l'intuizione di quel grande pastore d'anime che era stato e continuò a essere durante il pontificato, Pio X troncò tentennamenti, timori e perplessità, ancora assai diffusi tra i teologi, promuovendo e incoraggiando invece, con il decreto Tridentina synodus del 16 luglio 1905, la pratica opposta: la comunione frequente, anche quotidiana. Cinque anni dopo, con il decreto Quam singulari - del quale, come già ricordato, celebriamo oggi il centenario della pubblicazione - completò il complessivo progetto di riforma della cura d'anime prescrivendo l'anticipazione della prima comunione dei fanciulli verso i sette anni di età, cioè, per usare le sue parole, "quando il fanciullo comincia a ragionare".
Con questi due provvedimenti veniva superata e messa da parte una secolare cultura rigorista per tornare a una prassi già in vigore nei primi secoli cristiani e successivamente ribadita tanto dal concilio Lateranense IV nel 1215 quanto dai decreti del concilio di Trento. Si recuperava insomma una pratica millenaria, posta in ombra solo negli ultimi secoli, scrisse allora "La Civiltà Cattolica", a causa di "usanze inveterate, difetto di idee esatte, trascuratezza". Pietro Gasparri, che in quegli anni lavorava per ordine del Papa alla codificazione del diritto canonico, collocò questo decreto fra gli atti "memorandi" del pontificato, e aggiunse: "Dio volesse che fosse ovunque osservato".
(©L'Osservatore Romano - 8 agosto 2010)

S. PIO X Juramento Anti-Modernista

Papa São Pio X, Em 4 de agosto de 1903, o Cardeal Giuseppe Sarto foi eleito para o Sumo Pontificado, como sucessor de São Pedro, sendo coroado a 9 do mesmo mês.

Juramento Anti-Modernista

Sacrorum antistitum
The Oath Against Modernism
Eu… firmemente e aceito todas e cada definição que foram afirmadas e declaradas pelo magistério inerrante da Igreja, especialmente aquelas verdades principais que estão diretamente opostas aos erros destes nossos tempos.
Primeiramente, professo que Deus, princípio e fim de todas as coisas, pode ser conhecido e, portanto, demonstrado com certeza pela luz natural da razão, através das coisas que foram feitas, isto é, pela obra visível da criação, como a causa pelo efeito.
Segundo: Admito e reconheço as provas externas da revelação, como são os atos divinos e especialmente os milagres e profecias, sinais de máxima segurança da origem divina da religião cristã, e que estas se adaptam plenamente ao entendimento dos homens de todos os tempos, e inclusive desta época.
Terceiro: Acredito com fé igualmente firme que a Igreja, guardiã e mestra da palavra revelada, foi instituída, de modo direto e próximo, pelo verdadeiro e histórico Cristo, quando conviveu conosco, e creio que esta Igreja foi edificada sobre Pedro, príncipe da hierarquia apostólica, e seus sucessores pelo tempo.
Quarto: Admito sinceramente que a doutrina da fé dos apóstolos nos foi transmitida pelos Padres ortodoxos sempre com o mesmo sentido e propósito; E por esse motivo rejeito a suposição herética de que o dogma, passando de um a outro sentido, chegue a um diferente daquele tido primeiramente pela Igreja. E, do mesmo modo, condeno todo erro segundo o qual, no lugar do divino depósito, legado a Esposa de Cristo para por ela ser fielmente guardado, foi posto uma invenção filosófica ou uma criação da consciência humana que por esforço dos homens gradativamente se formou e posteriormente continuará a desenvolver-se indefinidamente.
Quinto: Mantenho com toda certeza e professo sinceramente que a fé não é um sentimento cego da religião que surge das profundezas do subconsciente, sob impulso do coração e da vontade moralmente treinada, mas é, de fato, um genuíno assentimento da inteligência à verdade aceita pelo anúncio externo recebido. Assentimento pelo qual cremos, seguramente, devido à autoridade sumamente verdadeira de Deus, ser verdadeiro tudo que foi dito, atestado e revelado pelo Deus pessoal, Criador e Senhor nosso.
Além disso, com todo respeito devido, me submeto e de todo meu coração adiro as condenações, declarações e a todas prescrições que estão contidas na Encíclica “Pascendi” e no Decreto “Lamentabili”, sobretudo as que dizem respeito ao que é chamado história dos dogmas.
Também reprovo o erro dos que afirmam que a fé sustentada pela Igreja pode contradizer a História, e os dogmas católicos, no sentido como agora são entendidos, são irreconciliáveis com a mais realista visão das origens da Religião Cristã.
Condeno, também, e rejeito a opinião daqueles que dizem que um cristão erudito assuma uma dupla personalidade – a de um crente e ao mesmo tempo de um historiador – como se fosse permitido para um historiador sustentar coisas contraditórias à fé de um crente, ou estabelecer premissas que, mesmo não negando diretamente os dogmas, levariam a conclusão de que os dogmas são falsos ou duvidosos.
Também condeno aquele método de juízo e interpretação da Sagrada Escritura que, afastando-se da tradição da Igreja, da analogia da fé, e das normas da Sé apostólica abraça as falsas interpretações de racionalistas e sem prudência adotam a crítica textual como única e suprema norma.
Rejeito, ainda, a sentença dos que sustentam que os Mestres ensinando matérias histórico-teológicas ou escrevendo sobre estas coisas devam deixar de lado qualquer anterior conceito sobre a origem sobrenatural da tradição católica, ou sobre a promessa da assistência divina para conservação de todas as verdades reveladas para sempre; rejeito, portanto, que os escritos de cada um dos Padres devam ser interpretados somente com princípios científicos, excluindo em tudo a autoridade sagrada, e com a mesma liberdade de juízo que é comum na investigação dos documentos históricos profanos.
Por fim, declaro-me oposto, em tudo, ao erro dos modernistas que sustentam que na sagrada tradição nada seja divino, ou, o que é muito pior, afirmam que há, mas num sentido panteísta, e como resultado não haveria nada além de um puro e simples fato – posto em par com os fatos históricos ordinários – o fato de que um grupo de homens que por seu trabalho, prudência e talento continuaram nas eras seguintes uma escola iniciada por Cristo e seus apóstolos.
Todas estas coisas juro solenemente que fielmente, integralmente e sinceramente observarei e invioladamente guardarei, nunca disto me desviando, de nenhum modo, seja no ensinar seja no falar ou escrever. Assim garanto, assim juro, assim Deus me ajude e estes santos Evangelhos de Deus que toco com minha mão.

terça-feira, 21 de agosto de 2012

St. Pius X

St. Pius X - Part I

Over the last eight years we have been able to trace the centenaries of the acts of Pope St. Pius X. In a little less than four years we will be marking the golden anniversary of his canonisation (29th May, 1954) and the centenary of his death (20th August, 1914). He is the last Pope since Pope St. Pius V to have been canonised. In the coming four years we will take the opportunity to trace these centenaries.

On this day one hundred years ago, St. Pius X issued his Encyclical Letter Editae Saepae on St. Charles Borromeo:

"Sacred Scripture records the divine word saying that men will remember the just man forever, for even though he is dead, he yet speaks. [Ps. cxi:7; Prov. x:7, Heb. xi:4 ] Both in word and deed the Church has for a long time verified the truth of that saying. She is the mother and the nurse of holiness, ever renewed and enlivened by the breath of the Spirit Who dwells in us. [Rom. viii:11] She alone conceives, nourishes, and educates the noble family of the just. Like a loving mother, she carefully preserves the memory of and affection for the saints. This remembrance is, as it were, a divine comfort which lifts her eyes above the miseries of this earthly pilgrimage so that she finds in the saints "her joy and her crown." Thus she sees in them the sublime image of her heavenly Spouse. Thus she shows her children in each age the timeliness of the old truth: "For those who love God all things work together unto good, for those who, according to his purpose, are saints through his call." [Rom. viii:28] The glorious deeds of the saints, however, do more than afford us comfort. In order that we may imitate and be encouraged by them, one and all the saints echo in their own lives the saying of Saint Paul, "I beg you, be imitators of me, as I am of Christ." [I Cor. iv:16]"

Sancte Pie Decime, Gloriose Patrone, ora pro nobis!

Abhinc Duos Annos

So tomorrow is the feast of Pope St. Pius X. St. Pius X is remembered for many things - his promotion of frequent communion, his motu proprio Tra le Sollecitudini on sacred music (whose prescriptions encountered enough evasion even in his day, but I'll leave that for another time), his encyclical Pascendi and the Anti-Modernist Oath. Possibly the latter two were in mind when the author of his collect wrote "the strength of an apostle to defend the Catholic faith"? In any case, I think he must be best remembered for that- it certainly earned him a society.

One of the things he is not remembered perhaps so well for is his role as a reformer. Perhaps nowadays reformer has a decidedly negative connotation for some. I think in some ways he was a bit of a purist. He initiated the original reform which, in addition to touching on various aspects such as sacred music, the purity of liturgical art (no more depictions of the Blessed Virgin dressed in priestly garments), also touched on the liturgical year and the breviary and the missal. I've always been interested in that, particularly since so little information seems to be available about the work of his commission.

In any case, truthfully or no, every pope from Pius XII to John Paul II, have attributed their reforms as a continuation of his work particularly as espoused in his letter Abhinc Duos Annos. The encyclical was written months before his heavenly birthday (23 Octobris 1913): AAS 5 (1913), 449-450.

ABHINC DUOS ANNOS, cum Constitutionem Apostolicam ederemus Divino afflatu, qua id proprie spectavimus, ut, quoad fieri posset, et recitatio Psalterii absolveretur intra hebdomadam, et vetera Dominicarum Officia restituerentur, Nobis qui dem alia multa versabantur in animo, partim meditata, partim etiam inchoata consilia quae ad Breviarii Romani, susceptam a Nobis, emendationem pertinerent; sed ea tamen, cum ob multiplices difficultates tune exsequi non liceret, differre in tempus magis commodum compulsi sumus.
Etenim ad compositionem Breviarii sic corrigendam ut talis exsistat, qualem volumus, id est numeris omnibus absoluta, ilia opus sunt:
-Kalendarium Ecclesiae universalis ad pristinam revocare descriptionem et formam, salvis tamen pulcris accessionibus, quas ei mira semper Ecclesiae, Sanctorum matris, fecunditas attulerit;
-Scripturarum et Patrum Doctorumque idoneos locos, ad genuinam lectionem redactos, adhibere;
-sobrie Sanctorum vitas ex monumentis retractare;

Liturgiae plures tractus, supervacaneis rebus expedites, aptius disponere lam vero haec omnia, doctorum ac prudentum iudicio, labores desiderant cum magnos, turn diuturnos; ob eamque causam longa annorum series intercedat necesse est, antequam hoc quasiaedificium liturgicum, quod mystica Christi Sponsa, ad suam declarandam pietatem et fidem, intelligenti studio conformavit, rursus, dignitate splendidum et concinnitate, tamquam deterso squalore vetustatis, appareat.
Interea ex litteris et sermone multorum Venerabilium Fratrum cognovimus ipsis et permultis sacerdotibus esse optatissimum, ut in Breviario una cum Psalterio nova ratione disposito suisque rubricis adsint mutationes omnes, quae ipsum novum Psalterium vel iam secutae sunt vel sequi possunt. Quod cum instanter a Nobis peterent, simul significarunt se vehementer cupere, ut et Psalterium novum usurpetur frequentius, et Officia Dominicarum serventur ea studiosius, et incommodis Officiorum translationibus occurratur, et alia quaedam quae bonum videatur mutari, mutentur. Huiusmodi Nos vota, utpote rerum veritati innixa Nostraeque admodum consentanea voluntati, grate equidem accepimus: iis autem obsecundandi nunc esse tempus arbitramur. Certiores enim facti sumus officina Aores libraries, qui sacrorum Rituum Congregation! inserviunt, exspectantes dum Breviarium Romanum decretorio modo ac definitive corrigatur, in eo esse ut novam interim ipsius Breviarii editionem adornent. Hac uti occasione visum
(he goes on to list several reforms later incorporated into the breviary, such as Sundays, psalms during Octaves and other stuff)

TWO YEARS AGO, in publishing Our Apostolic Constitution, Divino Afflatu, We had especially in sight the recitation, as far as possible in its entirety, of the Psalter on weekdays, and the restoration of the ancient Sunday offices. But Our mind was occupied by many other projects – some mere plans, others already on the way to realization – relating to reform in the Roman breviary.
However, because of the numerous difficulties preventing Us from executing them, We has to postpone them for a more favourable moment. To change the composition of the Breviary to make it in accordance with Our desires, that is, to give it a finished perfection in every part would involve:
-restoring the calendar of the Universal Church to its original arrangement and style, retaining meanwhile the splendid richness, which the marvelous fruitfulness of the Church, the Mother of Saints, has brought to bear upon it.
-utilising appropriate passages of Scripture, of the Father and doctors, after having reestablished the authentic text;
-prudently correcting the lives of the Saints according to documentary evidence

Perfecting the arrangement of numerous point of the liturgy, eliminating superfluous elements. But in the judgment of wise and learned persons, all this would require considerable work and time. For this reason, many years will have to pass before this type of liturgical edifice, composed with intelligent care for the spouse of Christ to express her piety and faith, can appear purified of the squalidness brought by time, newly resplendent with dignity and fitting order.
In the meantime, through correspondence and conversations with a number of bishops, We have learnt of their urgent desire – shared by many priests – to find in the Breviary, together with the new arrangement of the Psalter and its rubrics, all the changes which have already come or which might come with this new Psalter. They have repeatedly asked Us, indeed they have repeatedly manifested their earnest desire that the new psalter be used more often, that the Sundays be observed more conscientiously, that provision be made for the inconvenience of transferred offices, and that certain other changes be affected which seem to be justified. Because they are grounded in objectivity and completely conform to Our desire, We have agreed to these requests and We believe the moment has come to grant them.

Most of the reforms envisioned in this Apostolic Constitution were not carried out. But it is not difficult to see the rationale in this letter for the reforms of the 1950’s and the early 1960’s, even to an extent of the Liturgia Horarum though I’m pretty sure he would have balked at the extent of the latter. Calendar correction, “superfluous elements”, emphasis on the documented vita of the saints for the II Nocturn. Most shocking, perhaps, (at least, for me it was) his description of the Office as “squalore”, squalid (keep in mind this is the breviary used until John XXIII). It is quite a strong word, perhaps one that might occasion a lot of criticism today.I had thought of a super ending to this post, but I can't remember it now. Drat.In any case, contemplating our liturgy today (as a whole and not just the breviary), can we say that the reforms of the 60's have brought us "dignity and fitting order"? Lord God, you filled Pope St. Pius with wisdom and gave him the strength of an apostle to defend the Catholic faith and to renew all things in Christ. Grant that we may follow his example and teaching and so come to our reward in heaven. Through our Lord Jesus Christ, your Son, who lives and reigns with you and the Holy Spirit, God, forever and ever. Amen.

Lex Orendi, lex credendi. Holy Pius, pray for the defense of the Catholic faith especially through an authentic renewal of the liturgy.

 

St. Pius X - Part X


On this day one hundred years ago, St. Pius X issued his Encyclical Lacrimabilis Statu on the Indians of South America.

Sancte Pie Decime, Gloriose Patrone, ora pro nobis!
 

Our Catholic Heritage - Kildare and Leighlin (Part 1)

Reference to The Fold in a forthcoming postmade me look up the Diocesan Year Book of the Diocese of Kildare and Leighlin. Over a relatively short period of the 50s and 60s it is a remarkably repetitious publication but it also gives us some side-lights upon the Catholic heritage of the Diocese.

The Diocese of Kildare and Leighlin is the successor to the two Dioceses of that name. The Diocese of Kildare being erected about 490, is the more ancient of the two by about 600 years, and is just past its fifteenth centenary.


The Diocese of Kildare once claimed the Primacy of Leinster and, as the seat of the Patroness of Ireland, St. Brigid, might claim a moral prominence over at least three of the four Arciepiscopal Sees.


The two sees were united in 1678 and is a suffragan see of the Archdiocese of Dublin, together with the Dioceses of Ferns and Ossory. The Archdiocese of Dublin has three regular locations where the Gregorian Rite is celebrated, one being St. Kevin's Church, Harrington Street, where a Chaplaincy of three Diocesan Priests offers Mass at least daily. The Diocese of Ossory provides Mass in the Gregorian Rite every Sunday in Kilkenny. The Diocese of Kildare and Leighlin provides Mass in the Gregorian Rite on the second Sunday of the month (usually).


The Diocese of Kildare includes the northern half of that county, part of Offaly east of Tullamore and the northern part of Laois. It contains the ancient territories of Offaly, Carbury, and Hy Faelain. The Diocese of Leighlin lies north and south, including one half of Laois, all of County Carlow, together with portions of Counties Kilkenny, Wexford and Wicklow. It encompasses ancient Leix, which connects it with Kildare and a portion of Ui Ceinnsealaigh.


Among the Saints and scholars of the Diocese can be numbered St. Fiacc of Sletty, author of a poem in Irish on the life of St. Patrick, a poem in Latin on St. Brigid; St. Eimhin of Monasterevan, author of the "Tripartite Life" of St. Patrick, the "Life of St. Comgall," "Emin's Tribute (or Rule)," the "Lay of the Bell of St. Emin,"; St. Moling, who wrote a poem on Clonmore-Maedoc, one on the Borumha tribute of which he obtained the remission; St. Brogan of Clonsast, who composed a litany in Irish to Our Lady, indulgenced by Pius IX, a poem foretelling the Danish invasion, and the lost "Book of Clonsast"; St. Aedh, Bishop of Sletty, writer of a life of St. Patrick; Aengus the Culdee, joint author of the "Feilire," the "Martyrology of Tallaght," "Litany of the Saints," "De sanctis Hiberniae lib. V," a history of the Old Testament in metre, and the "Saltair-na-rann"; Siadhal, Abbot of Kildare, who compiled notes on the Epistles of St. Paul; Anmchadh, Bishop of Kildare, who wrote the fourth life of St. Brigid; Finn Mac Gorman, Bishop of Kildare, under whom the "Book of Leinster" was compiled; Dr. Maguire, Bishop of Leighlin, to whom the "Yellow Book of Leighlin" is attributed.


In more modern times we can recall, Dr. Gallagher, Bishop of Kildare and Leighlin, whose Irish sermons are a model; Dr. Doyle, Bishop of Kildare and Leighlin and famous essayist; and Dr. Comerford, Co-adjutor Bishop of Kildare and Leighlin, whose historical and devotional works are still valued.


The united diocese is one of the largest in Ireland, having an area 1,029,829 acres. The Annuario Pontificio for 2007 records that the Diocese has a population of 220,427, of whom 93.1% or 205,185 souls are Catholics, compared with 1901, when, out of a total population of 149,168, 87.4% or 130,377 were Catholics. In 2006, the Annuario reports that the Diocese had 114 secular Priests and 98 religious Priests (although that is obviously an error). In 1908, the Diocese had 133 secular Priests and 18 regular Priests. Thus, in 2006, there was one Priest for every 1,068 Catholics in the Diocese, compared with one Priest for every 863 Catholics in the first decade of the last Century. Put into the context of a fall in practice from around 97% to 50% or less, that isn't a bad average.


The images that are included in this post are from the 1959 Year Book of the Diocese of Kildare and Leighlin. Each year, a colour supplement was included, e.g., the Marian Year and the Canonization of St. Pius X in 1954-55, the Scapulars of the Church in 1956. In 1959, the colour supplement records a sight that would not be seen in the Diocese of Kildare and Leighlin for another 40 years...


It's our Catholic heritage and we want it back, please!

St. Pius X - Part IX


On this day one hundred years ago, at a Public Consistory, Pope St. Pius X created Cardinals their Eminences:

  • António Mendes, Cardinal Bello, Cardinal-Priest of Ss. Marcellino e Pietro in pecore, Patriarch of Lisbon;

  • José María Justo, Cardinal Cos y Macho, Cardinal-Priest of S. Maria del Popolo, Archbishop of Valladolid;

  • Diomede, Cardinal Falconio, O.F.M., Cardinal-Priest of S. Maria in Ara Coeli, then Apostolic Delegate to the United States of America and later Prefect of the S. Cong. of Religious;

  • Antonio, Cardinal Vico, then Apostolic Nuncio of Spain, later Prefect of the S. Cong. of Rites; Gennaro, Cardinal Granito Pignatelli di Belmonte, Cardinal-Priest of S. Maria degli Angeli, then Apostolic Nuncio of Austria and later Prefect of the S. Cong. of Ceremonies;

  • John Murphy, Cardinal Farley, Cardinal-Priest of S. Maria sopra Minerva, Archbishop of New York;

  • Francis Aphonsus, Cardinal Bourne, Cardinal-Priest of S. Pudenziana, Archbishop of Westminster;

  • František Salesky, Cardinal Bauer, Cardinal-Priest of S. Girolamo dei Croati, Archbishop of Olomouc;

  • Léon-Adolphe, Cardinal Amette, Cardinal-Priest of S. Sabina, Archbishop of Paris;

  • William Henry, Cardinal O'Connell, Cardinal-Priest of S. Clemente, Archbishop of Boston;

  • Enrique, Cardinal Almaraz y Santos, Cardinal-Priest of S. Pietro in Montorio, Archbishop of Toledo;

  • François-Virgile, Cardinal llard, Cardinal-Priest of S. Susanna, Archbishop of Chambéry;

  • Franz Xaver, Cardinal Nagl, Cardinal-Priest of S. Marco, Archbishop of Vienna;

  • François-Marie-Anatole, Cardinal de Rovérié de Cabrières, Cardinal-Priest of S. Maria della Vittoria, Bishop of Montpellier;

  • Gaetano, Cardinal Bisleti, Cardinal-Deacon of S. Agata de’ Goti, later Prefect of the S. Cong. for Seminaries and Universities and President of the Pont. Biblical Commission;

  • Giovanni Battista, Cardinal Lugari, Cardinal-Deacon of S. Maria in Portico;

  • Basilio, Cardinal Pompilj, Cardinal-Deacon of S. Maria in Domnica, then Secretary of the S. Cong. of the Council, later Vicar General for the Vicariate of Rome and President of the Pont. Commission for Sacred Archaeology;

  • Louis, Cardinal Billot, S.J. Cardinal-Deacon of S. Maria in Via Lata;

  • Wilhelmus Marinus, Cardinal van Rossum, C.SS.R., Cardinal-Deacon of S. Cesareo in Palatio, later President of Pont. Biblical Commission, Major Penitentiary Apostolic, and Prefect of the S. Cong. for the Propagation of the Faith.


  • Sancte Pie Decime, Gloriose Patrone, ora pro nobis!

    St. Pius X - Part VIII


    On this day one hundred years ago, St. Pius X issued his Apostolic Constitution Divino Afflatu on the reform of the Roman Breviary.

    Sancte Pie Decime, Gloriose Patrone, ora pro nobis!

    St. Pius X - Part VII


    On this day one hundred years ago, Pope St. Pius X issued his Encyclical Iamdudum in Lusitania on the Law of Separation in Portugal.

    Sancte Pie Decime, Gloriose Patrone, ora pro nobis!

    St. Pius X - Part VI


    On this day one hundred years ago, Pope St. Pius X issued his Encyclical Letter Ex Quo on the return of the Eastern Schismatics to the Catholic Church.

    Sancte Pie Decime, Gloriosae Patrone ora pro nobis!

    St. Pius X - Part IV


    On this day one hundred years ago, St. Pius X issued the Oath Against Modernism to be sworn to by all clergy, pastors, confessors, preachers, religious superiors, and professors in philosophical-theological seminaries.

    Sancte Pie Decime, Gloriose Patrone, ora pro nobis!

    St. Pius X - Part III


    On this day one hundred years ago, St. Pius X issued his Encyclical Letter Notre Charge Apostolique on the state of the Church in France.

     

    St. Pius X - Part II

    On this day one hundred years ago, St. Pius X issued his Encyclical Letter Quam Singulari on the admission of the young to First Holy Communion. It is reported that the holy Pope was inspired in this act by the young Ellen Organ, 'Little Nellie of Holy God,' of Cork.

    Sancte Pie Decime, Gloriose Patrone, ora pro nobis!